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  • br Al comienzo de Elizabeth Corral

    2019-04-16


    Al comienzo de , Elizabeth Corral afirma que “la escritura de Sergio Pitol tiene una relación orgánica con otras artes” (11). El resto del libro es la comprobación de esta tesis, un recorrido abiertamente personal en el que destacan el ingenio de la mirada y la lucidez para desmenuzar cada uno de los libros de Pitol. Entretanto, la propuesta para realizar el desplazamiento Pirfenidone manufacturer través de su obra no carece de creatividad e inteligencia. La autora propone imaginar una galería en la que el lugar que ocupa cada cuadro —en este caso, libro— resulta definitivo para la comprensión de la totalidad de la exposición. La idea surge de una revisión de las obras reunidas por el Fondo de Cultura Económica, pues en esta compilación el orden no obedece a ninguna lógica cronológica, sino que es el resultado de la voluntad del autor por dar a entender algo, jugar con la disposición de su escritura. Juego que desemboca en nuevas posibilidades: en la narrativa de Pitol uno de los puntos clave es el de crear y recrear el mundo: “Los volúmenes del Fondo son una nueva creación y no una simple reimpresión; son la obra del artista que ordena sus cuadros para una nueva exposición, del cineasta que decide montar de distinta manera las escenas de su película” (11). Móvil que atraviesa de principio a fin y que Corral retoma a lo largo de sus reflexiones, las cuales finalizan nuevamente con la analogía de la exposición, solo que ahora el comentario es más extenso y con un enfoque mucho más personal, que va de Pitol al lector y de vuelta:
    En esta dirección es posible entender cada uno de los capítulos de como pequeñas galerías de la muestra de escritura de Pitol. Seis capítulos que, a pesar de respetar la cronología de las publicaciones, más bien resultan una suerte de hilo conductor para no perder el camino de las cavilaciones, pues el verdadero orden de los comentarios obedece a la voluntad personal de Corral, quien va y viene por los libros y su memoria, revisita los libros y acude constantemente a sus recuerdos para poner en relación lo que expone con lo que ha leído y visto. Ninguno de los sentidos queda fuera, la libertad permea cada una de sus páginas. Cosa que advierte desde “Variaciones”, su primer capítulo, cuando dice que se apartó de la idea original, guiada por el impulso de la escritura —el mismo que se encuentra en varios de los libros de Pitol. Confiesa: “Al final me dediqué poco a establecer relaciones entre la pintura y la obra de Pitol. Mi idea original se modificó en muchos sentidos y en vez de centrarme en las obras de recorrí la obra entera, lo que me llevó por caminos inesperados” (11-12). Así es el movimiento del libro, espontáneo e íntimo. Una iniciativa que comenzó con la revisión de tres novelas terminó transformada en el análisis de ocho novelas y varios cuentos. Aquí valdría decir que es, ante todo, un libro de la experiencia, la experiencia de quien lee e interpreta lo que mira, como puede y como quiere. Un libro que es, en la misma medida, un estudio riguroso y un ensayo creativo. Formalmente, comienza con “Años de aprendizaje”, capítulo anecdótico y a Triassic Period la vez analítico de algunos de los primeros cuentos de Pitol. Se señala la importancia que tuvo la oralidad en la formación del entonces joven escritor. Los primeros cuentos provienen de “lo que de niño había escuchado muchas veces de labios de su abuela, de sus tías y de una vieja sirvienta” (13). Relatos que entonces Pitol fue revistiendo de riesgo, pues no solo se dedicó a recontar lo recibido, sino que al pasar por su persona se transformaban. Así iba conociendo y entendiendo el mundo. En una cita que Corral recupera, Pitol dice: “Siempre me ha interesado que la anécdota sea pasada por distintos filtros, de manera que el relato se pueda leer como una anécdota amplia, pero a la vez vayan surgiendo luces y reflejos desde el interior, desde el lenguaje” (17). Uno de los grandes méritos de es que sigue el rastro de la experimentación a lo largo de toda la obra, desde “Victorio Ferri cuenta un cuento” hasta las trilogías del y de la . Pero Corral no solo sigue la delgada lista que tiende Pitol para los más perspicaces, sino que también va interpretando cada una de sus partes y las va describiendo, pues es también un libro altamente descriptivo, el cual puede ser visitado tanto por conocedores de la obra como por quienes apenas la han leído. Naturalmente, son los primeros los que encontrarán complicidad en las páginas, guiños y revelaciones; gozarán más con la lectura. La forma narrativa que elige Corral para articular su libro no es de ninguna forma un defecto, pues la interpretación en su libro se da al recontar. Recontar como reformulación de lo visto, recontar para hacer más dúctil el mundo de Pitol. Finalmente, escribir un libro para entender una obra. Así opera y por eso se ha insistido en su intimidad: el diario robado del buró de un niño, los apuntes meticulosos de una incansable lectura.