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  • He querido citar este pasaje del art

    2019-05-10

    He querido citar este pasaje del artículo de Eudocio Becerra para mostrar cómo, sin quererlo, esta manera occidental de abordar la cuestión del estatuto ontológico y epistemológico que la palabra tiene para los uitotos, conduce al mismo callejón sin salida en el que desembocaron los estudios que él buscaba criticar. En mi opinión esto se debe al hecho simple y llano de que lo que aquí falta son precisamente los textos de la literatura uitoto. Más que un discurso académico sobre el concepto palabra entre los uitotos, o sobre los protagonistas y mensajes de sus mitos, se requieren compilaciones de textos obtenidas en la lengua nativa, entre las cuales, sin duda, se encontrarán piezas que se refieran explícitamente niclosamide estas mismas cuestiones. Los trabajos de Fernando Urbina y Juan Álvaro Echeverri, andan en esta dirección. Para ambos la unidad de análisis es el rafue, aunque el trabajo que hacen con los textos es radicalmente distinto. Rafue es un término polisémico que quiere decir “cosa de baile”. Con ella los sabedores explicitan el rico contenido que sintetiza el complejo de palabras de vida, historia, canciones, coreografías propias del baile con carácter performativo. Por eso rafue también puede traducirse como palabra-obra o palabra que amanece. Fernando Urbina fue el primero en atender la necesidad de ampliar nuestro conocimiento del rafue y de abrir nuevas posibilidades de comprensión de lo que Preuss denominó los medios de expresión del ritual. “El rafue, dice Urbina, es ‘ente que está o sale de la boca’ y se transforma en ‘palabra cargada de fuerza eficiente, es palabra creadora”’. Este experimentado e infatigable antropólogo es probablemente quien más tiempo ha vivido entre los uitotos y convivido con los sabedores, quienes le han confiado sendos textos. Sin embargo, su trabajo comporta el inconveniente de ser más interpretativo que transmisor. En opinión de Vivas Hurtado, “de forma dispersa Urbina entrega algunas versiones libres y a integration veces bastante creativas de géneros como bakak+, jagag+ y rafue, dejándose inspirar más por las suscitaciones que por el análisis de los conceptos registrados. […] Por último, se basa más en las traducciones que en las transcripciones de grabaciones.” Las investigaciones del antropólogo social Juan Álvaro Echeverri no tratan exclusivamente de la literatura uitoto, sus preguntas están dirigidas a comprender la relación de la memoria con la historia. Sin embargo, el trabajo directo con textos rituales y narrativas éticas sí constituye una fuente muy relevante de su trabajo de interpretación de la cultura de este grupo. A Echeverri le interesa mostrar las estrategias narrativas utilizadas por los ancianos cantadores para darle sentido a su vida y, específicamente, a aquellos eventos que implicaron cambios radicales. En muchos de sus trabajos presenta transcripciones íntegras de cantos y narraciones registrados in situ en contextos rituales, transcritos palabra por palabra y traducidos al español o al inglés en colaboración con sus propios autores. La apuesta principal de su trabajo elabora la idea de que la historia oral no puede ser tratada como fuente directa de sucesos históricos. La historia oral, dice Echeverri, no relata acontecimientos; su razón de ser es la de construir el sentido histórico: “En la tradición literaria denominada rafue, la historia se ha hecho ‘espíritu”’. El hacha ha llegado a simbolizar la gran paradoja de la identidad de estos indios. El hacha, no sólo fue adquirida de los extranjeros, sino que su adquisición implicó la esclavización y el desencadanamiento de conflictos y epidemias que pusieron fin a su viejo mundo y a sus dioses. Traer el hacha al Centro, expulsó a los dioses antiguos a las alturas. De ese mundo antiguo poco se puede saber hoy a partir del patrimonio literario, porque ese mundo fue abolido o declarado “muy secreto”. La filosofía del hacha contradice el núcleo de la filosofía del “centro”.