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  • La nueva escritura del Quijote

    2019-05-13

    La nueva escritura del Quijote que emprende Menard resulta a la vez, en gran paradoja, la más fiel y la más infiel, la transcripción total y la adaptación libérrima, y llega incluso a la reducción al absurdo de las leyes del homenaje literario: especie de homenaje por sus antípodas, ya que se omite el culto de los autores clásicos o de la reconstrucción de la historia de la literatura: Si el “Pierre Menard” fue considerado por muchos estudiosos como uno de los textos clave para la teoría de la recepción y se lo cita una y otra vez como ejemplo de la recuperación del papel creativo de la lectura, muchos olvidaron las consecuencias que trae aparejado el hecho de que la tarea de transcripción que emprende dicho personaje esté ya contemplada por el propio Cervantes: el gesto de Menard es, como don Quijote, como Borges y como nosotros, un tan novedoso como viejo resultado de una genial operación originariamente cervantina, que el autor a su vez atribuye a otros autores. El Quijote nos inventó a nosotros, sus lectores. La obra de Borges glycogen phosphorylase su propio espacio de lectura al tiempo que se presenta en muchos casos como un homenaje a sus autores dilectos, a un tiempo reiteración y recreación, de operaciones presentes en sus obras. Basta con recorrer su ya citado libro de Prólogos para confirmarlo. No hay entonces creación ex nihilo: todo está dicho ya, en una infinita imbricación de los hechos de las armas y de las letras, en esa doble genealogía que el propio Borges hizo suya. En el ensayo “Magias parciales del Quijote”, publicado en Otras inquisiciones (1952), volverá nuestro autor a un tema recurrente en el ámbito literario: el problema de la originalidad o la novedad de un tema, contraparte de la “angustia de las influencias” -y notemos de paso cuánto deben a Borges varias de las ideas de Harold Bloom. Ese ensayo se construye a partir de una constatación: en la segunda parte del libro, los protagonistas se convierten en lectores de la propia obra que les dio vida. Este descubrimiento conduce a Borges a la evocación de otros casos parangonables, en los que se da una representación dentro de una representación: el Hamlet, el Ramayana, Las mil y una noches. El gran tema que surge es entonces el de la relación entre idea y representación del mundo: un tema que preocupa también a la filosofía, cuyas invenciones “no son menos fantásticas que las del arte”, y que resultan a Retrovirus su vez, en cuanto invenciones y no en cuanto a su pretensión de verdad, formas certeras de atisbar el mundo. Concluye el autor: Si hemos revisado la interpretación del Quijote que hace Borges a través de un cuento y un glycogen phosphorylase ensayo, no puedo resistir la tentación de terminar mi propio texto con la cita de uno de sus grandes poemas, “Lectores”, recordando que el ingreso de nuestro escritor al mundo de la creación se dio como poeta (en 1923 publica Fervor de Buenos Aires) y como miembro activo del mundo de las letras, para el cual elabora traducciones, reseñas, notas críticas. Recordemos así, con Patricia Willson, que Borges dará versiones al español de varios de los más grandes novelistas del siglo xx: Woolf, Joyce, Faulkner. Recordemos también, con Kristal, que ninguna actividad, además de la lectura, ha sido tan central para el proceso creativo de Borges como la de la traducción. El poema con que cierro este trabajo fue publicado en El otro, el mismo, de 1964, y en su prólogo dice Borges: “Es curiosa la suerte del escritor. Al principio es barroco, vanidosamente barroco, y al cabo de los años puede lograr, si son favorables los astros, no la sencillez, que no es nada, sino la modesta y secreta complejidad.” He aquí una muestra de esa “secreta complejidad”: En suma: las operaciones de cruce entre lectura y escritura llevadas a cabo por Borges se caracterizan por una enorme sofisticación, y son sólo comparables a las operaciones de cruce entre los territorios de lo no ficcional y lo ficcional que también llevó a cabo con mano maestra. De este modo, al encontrar nuevas formas de conciliación entre la lectura como glosa o comentario y la lectura como disparador de la escritura, o las zonas de tensión entre la “buena fe” de una prosa que aspira a decir la verdad y la “mala fe” de la prosa de ficción que aspira a postular mundos de la imaginación, Borges acabó por emancipar la literatura de toda sumisión respecto de otros órdenes y sistemas. Logró así incorporar, a través de un conjunto de operaciones inéditas y geniales, un territorio más para el campo de la literatura, una provincia que acaba por insubordinarse al orden todo de la república de las letras y hacer valer, desde el margen, sus alcances, que llegan a poner en jaque al poder central.