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  • En efecto la situaci n de

    2019-06-10

    En efecto, la situación de las relaciones interétnicas en la que está imbricada la vida de los uitotos no sólo alcanza thymidine phosphorylase inhibitor otros pueblos originarios de América. Al menos desde el siglo xvii, los pueblos que actualmente habitan el resguardo Predio Putumayo, se han visto inmersos en relaciones comerciales que los vinculan al capital mercantil, al participar de diversas maneras en la economía extractiva impulsada por Occidente. Desde el intercambio de bienes de manufactura occidental hasta las grandes redes esclavistas para proveer de mano de obra a las colonias holandesas, francesas e inglesas de las Guyanas, los sucesivos auges económicos estuvie ron asociados al advenimiento de epidemias de viruela, gripe y sarampión y formas crecientemente violentas del ejercicio del control social y territorial, que diezmaron severamente a los pueblos originarios de la región. Como señala Fernando Urbina refiriéndose a las atrocidades cometidas contra los uitotos por la Casa Arana y la Peruvian Amazon Company: En la actualidad se reconoce como etnia uitoto a uno de los pueblos amerindios integrado por unas 6 000 personas que habitan en la Amazonia colombo-peruana. Su dispersión es muy amplia debido a constantes movimientos de población forzados por las incursiones colonialistas. Los principales asentamientos se ubican en los ríos Igaraparaná, Caraparaná, el curso medio del Caquetá, y en algunas localidades peruanas. En la mitología fundacional de los uitotos su lugar de origen se ubica en La Chorrera en el río Igaraparaná, afluente del Putumayo. Los uitotos hacen parte de la que ha venido a conocerse como la Gente del centro, es decir, de la población asentada entre los ríos Caquetá y Putumayo al suroriente de Colombia, a lo largo de la frontera con Perú. Se puede decir que, a pesar de la dispersión espacial y la heterogeneidad lingüística que los caracteriza, los pueblos englobados bajo el apelativo Gente del centro conforman una misma sociedad, debido a que comparten un mismo complejo ceremonial organizado en torno al consumo e intercambio ritual de coca y tabaco, y a los discursos rituales denominados genéricamente “la lengua del jardín de coca.”
    Localización de la Gente del centro en la Amazonia colombiana (el óvalo señala la extensión aproximada de su territorio tradicional).
    En el campo de las investigaciones sobre lengua, literatura y cultura de los uitotos es factible diferenciar tres momentos en los que este campo investigativo ha verificado progresos sustanciales, lo que ha permitido organizarlos en torno a algunas de las problemáticas que articulan su orientación teórica y sus elecciones metodológicas. Puesto que toda posible aproximación a cualquier tradición literaria que aspire a serle fiel conlleva el requisito de conocer la lengua histórica, no es sorprendente que los tres momentos a que me referiré están asociados con obras que parten del aprendizaje de primera mano, del registro y de la descripción de diferentes variantes dialectales del uitoto. Con este criterio, en este texto no me referiré a obras cuyas problemáticas y aportaciones no se vinculan de manera directa con la literatura de este grupo. En un primer momento están los trabajos del etnólogo alemán, Konrad Theodor Preuss, Religion und Mythologie der Uitoto. Textaufnahmen und Beobachtungen bei einem Indianerstamm in Kolumbien, aparecidos en Alemania en dos volúmenes en 1921 y 1923. El segundo momento se da en la década de los noventa, cuando coinciden la aparición de los trabajos de antropólogos como Fernando Urbina Rangel y Juan Álvaro Echeverri, con la traducción al español de la obra de Preuss, a cargo de la lingüista Gabriele Petersen de Piñeiros en colaboración con Eudocio Becerra Bid+g+ma, él mismo miembro de la etnia uitoto que cursó estudios de etnolingüística en la Universidad Nacional. Ubico un tercer momento que arranca también en la década de los noventa, caracterizado por la aparición de trabajos cuya autoría se debe a integrantes de la etnia uitoto, como el premiado libro de Hipólito Candre K+nera+, Tabaco frío, coca dulce (1993), donde sujetos que hacen parte de instituciones académicas y ongs fungen como intermediarios en el arte de fijar en una escritura alfabética tradiciones literarias, generalmente detentadas por sujetos singulares (sabedores, abuelos, rafuema), que de suyo se transmitirían asociadas a otros procesos. Este fenómeno reciente invita a observar cuáles serán sus efectos sobre la tradición literaria, cuando la práctica que vincula a un sabedor (iniciado) con su aprendiz (iniciante), y que genera una relación social que trasciende a la literatura es reemplazada por otra que reifica en el libro dicha relación y crea un artefacto abierto a la lectura de cualquiera.