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  • PLX-4720 En el mismo semanario se daba

    2018-10-25

    En el mismo semanario se daba noticia sobre “la noble labor que realizaban algunas honorables damas de la sociedad zacatecana integrantes del comité femenil de caridad”, quienes organizaban diversos festivales culturales en el Teatro Calderón, donde participaban niños y jóvenes, y se recababan fondos para diversas obras de caridad (Revolución social, 1918). Con estas acciones aparentemente se abrían nuevas oportunidades para ellas; Sin embargo, estaban limitadas al ámbito que históricamente se les había asignado: “el cuidado de los otros”. El periódico Adelante, que circuló PLX-4720 partir de 1917, introdujo una sección titulada “La mujer, madre semilla o vida”, donde el autor hace diversas reflexiones sobre el papel de las mujeres en tanto madres, esposas y compañeras, ensalza sus virtudes y considera que el hombre sin ellas no podría sobrevivir. El autor se preguntaba: “¿qué sería del hombre si no encontrara la suave, caliente y piadosa mano y los amorosos abrazos de la mujer?, ¿qué sería de la vida sin ese ser que es consuelo y que es bondad, que es caricia y es amor, que es heroína y santidad?” (Adelante, 1917), y va dando respuesta a las preguntas, refiriéndose a la nobleza, generosidad y cuidados que las madres prodigaban a sus hijos, considerándolas casi santas, con lo cual se manifiesta la mentalidad patriarcal tradicional, que catalogaba a las mujeres mediante las dicotomías ya mencionadas. El autor finaliza su disertación escribiendo: “la madre es el único ser que protege y no humilla; que no permite que el hombre se arrastre y hunda su frente en el polvo; el único ser que no envilece, sino que eleva; que no mancha sino que dignifica” (Adelante, 1917). Esa retórica enaltecedora no buscaba otra cosa que fijar, mediante los discursos, los sitios donde debían permanecer las mujeres si deseaban ser respetadas. Estas fueron algunas muestras de la mentalidad tradicional que prevalecían en la sociedad zacatecana en las primeras décadas del siglo XX. Sucedió también que aquí, como en Europa y en otros lugares de México, las mujeres fueron visualizadas por los editores como un amplio público que se podía captar de tres formas: en primer lugar como objetos de belleza y culto, musas de los poetas; en segundo lugar, como consumidoras de productos (a la larga, esta fue la más importante para la publicidad) y, finalmente, de manera activa publicando sus escritos. En los temas literarios se consideraba a electron acceptor las damas como receptoras de ideas a fin de que afirmaran sus roles tradicionales de madresposas; estos escritos eran elaborados tradicionalmente por los varones; ellos escribían marcando el “deber ser femenino” (Recéndez y Girón, 2012, p. 77). Mediante la palabra escrita emitían juicios, valores, creencias y actitudes que creaban o perpetuaban modelos femeninos, estereotipos a seguir: “ellos decían lo que las mujeres debían hacer, puesto que ellas se definían ante todo por su lugar y sus deberes” (Duby y Perrot, PLX-4720 1996, p. 23). En la medida en que las mujeres se alfabetizaron y pudieron introducirse en la cultura escrita, tuvieron la oportunidad de elaborar sus propios textos, dirigidos a sus congéneres (Perrot, 1997, p. 79). En Zacatecas, la publicidad que ya en las últimas décadas del XIX estaba en la prensa, casi desapareció de los periódicos de 1908 a 1915, para volver a estar presente a partir de 1917; por lo regular, se incluía en las últimas páginas de los periódicos y esas notas publicitarias eran solamente textos o tenían pocas ilustraciones (figs. 1 y 2). Si bien la incipiente publicidad era modesta, su objetivo era el mismo que en otros lados: captar la atención de la gente y ofrecer artículos y servicios que podían hacer la vida más fácil o placentera; hay que considerar que la publicidad se insertaba como parte del progreso que caracterizó a la etapa porfirista, donde el progreso era entendido “como una serie de ventajas y beneficios que redundaban en el bienestar material de los individuos y en el reconocimiento internacional de las naciones” (Campos, 2014, p. 154). Muestras de ese progreso fueron las exposiciones universales que se realizaban tanto en Europa como en Estados Unidos. Las zacatecanas participaron por lo menos en la Exposición de Chicago de 1893 con una antología de poemas (La Rosa del Tepeyac, 1893). De acuerdo con las muestras localizadas en los periódicos, al principio la publicidad era muy general, se ofrecía todo tipo de servicios que parecían dirigidos a los varones más que a las damas (figs. 3 y 4).