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  • Posteriormente vino la crisis del verano de

    2018-10-30

    Posteriormente vino la “crisis” del verano de 1948: Checoslovaquia instauró un nuevo gobierno comunista considerado por Estados Unidos como la evidencia de la tendencia expansionista soviética, aunque Kennan (conocido como el “padre” de la Doctrina de Contención de Estados Unidos) interpretó el cambio del gobierno checoslovaco como un “movimiento defensivo predecible” por parte de la URSS (Yergen 1978: 350). Fue entonces que Truman aprobó $3 mil millones de dólares como suplemento al presupuesto militar (alrededor de 33% de incremento), en tanto su principal asesor económico, Edward Nourse, emitía la advertencia de que los límites del presupuesto militar habían sido ya alcanzados, y que “un mayor desvió de los esfuerzos productivos hacia el cumplimiento de objetivos militares” podría implicar una contracción de la economía estadounidense, pues para este momento el gasto militar se había convertido en una “carga” (citado en Brune, 1989: 360). Poco después, el comandante de las fuerzas militares estadounidenses en Alemania, General Clay, declaró, a través de un comunicado, que le “percibió” el surgimiento de hostilidad en las relaciones con la Unión Soviética, lo que podría resultar en la invasión soviética a Alemania o Dinamarca, lo que provocó un profundo miedo a que estallase la guerra (Kofsky, 1995: xiii-xxi, 92-168). Sin embargo, los reportes de la inteligencia militar de Estados Unidos, rechazaron de manera explícita los “presentimientos” de Clay, los cuales estaban aparentemente fundados en un deseo por “galvanizar […] el apoyo al incremento al gasto [militar]” (Yergen, 1978: 351). Si bien estos temores se disiparon rápidamente ante la negativa del presidente Truman de seguir un curso trazado por los más celosos partidarios de la Guerra Fría, el resultado fue una resonante victoria para la industria aeronáutica: el presupuesto para la fuerza aérea del año fiscal de 1949, programó un incremento de más del 100%, de la misma forma que los gastos de la aviación naval dieron un salto cercano al 100%. El recién formado “Triángulo de Hierro”—la alianza tripartita de intereses compuesta por: 1) los contratistas militares en conjunto con numerosos subcontratistas y sus respectivos sindicatos (estos constituyen la chemicals discover this del Triángulo), todo lo cual combinado con; 2) personal militar de alto nivel (repartido en la Fuerza Aérea, el Ejército y la Marina de Guerra, y actualmente concentrado en poderosos núcleos constituíos por el Estado Mayor Conjunto y los 9 Comandos Regionales de Combates –COCOM— que incluyen a AFRICOM desde 2008, y el floreciente comando de fuerzas especiales “Guerreros Sombra”-USSOCOM, desde 1987), más las unidades de inteligencia de la defensa y numerosas academias militares (como West Point); todo lo cual ha sido servilmente apoyado por los grupos de Veteranos de Guerra en el Extranjero y la Legión Americana (también compuesto de los veteranos), cuyos miembros alcanzan ya cifras de millones, asimismo por las poderosas asociaciones de oficiales militares retirados; y 3) los funcionaros públicos civiles dentro del Gabinete Presidencial, el Consejo de Seguridad Nacional, la cia, el Departamento de Estado, la Oficina de la Secretaría de Defensa, la Agencia de Seguridad Nacional y congresistas de la política exterior, comités de militares y de inteligencia; todos los elementos han demostrado su habilidad para definir la política nacional. Desde ese entonces, el proceso de definición de la política nacional, a Unequal crossing-over través del “Triángulo de Hierro”, se ha convertido en una máquina institucional en movimiento perpetuo que desafía la entropía, con al menos un lado de triangulo empujando por “más” ingresos por el “complejo militar-industrial”. En 1950, en tanto las condiciones de la profunda crisis arriba mencionada azotaban Washington, las percepciones y prácticas dentro del “Triángulo de Hiero” tuvieron un nuevo empuje y alcance con la formulación del documento NSC 68. Keyserling, como buen devoto de la Guerra Fría, tuvo la capacidad de incluir una agenda militar keynesiana a través de la promulgación del reporte NSC-68; hecho que constituye el giro más transcendente en la formulación de la política nacional estadounidense durante el siglo xx. Muchos economistas conservadores creían que mantener altos niveles de gasto público militar afectaría inevitablemente al sector privado de manera negativa, y se alarmaron al darse cuenta que el reporte NCS-68 abogaba por un incremento del tamaño del ingreso militar anual de alrededor de $14.8 mil millones de dólares a más de $40 mil millones. El enfoque de Keyserling, el cual privilegió al crecimiento económico por sobre la estabilidad, se volvió parte del nuevo paradigma (Brune, 1989: 364): una alta tasa de crecimiento acompañada de aún más altas tasas de consumo nacional, era el panorama congruente con una política de incremento del gasto militar, el cual sería financiado con los aumentos incrementales del pib, logrado mediante el aprovechamiento de un exceso de capacidad industrial (y mano de obra desempleada). En otras palabras, el escenario de poder producir caños y mantequilla—sin tener que sustituir entre los dos sectores de bienes de capital y consumo— sería posible siempre que la agenda de crecimiento fuera promovida de manera apropiada. No fue hasta 1958, que el renombrado sociólogo David Riesman capturó la esencia de esta nueva política de postguerra—en pro del crecimiento y la estabilidad en conjunto—en una especie de “keynesianismo militar subrosa” (Riesman 1958: 139). A medida que la Guerra Fría se expandía cada vez más, el término con que se había denominado a este momento resultaba demasiado controvertido para el uso general, en tanto trastornaba demasiado el orden dominante en muchos sentidos, asimismo, desafiaba la postura alejada en la que habían permanecido los tecnócratas y científicos; imparcialidad adoptada por los influyentes teóricos keynesianos. En tanto fue posible realizar un análisis crítico del gasto militar en el curso de la década de los setenta, circunstancia posible debido a la división social e ideológica generada por la Guerra de Vietnam, el término “keynesianismo militar” ganó, aunque de manera limitada, cierta popularidad. Sin embargo, esto no tiene nada que ver con los escritos de Joan Robinson, aunque ha sido acreditado reiteradamente como el que acuñó el término.